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miércoles, 3 de julio de 2013

PASMO






Desde entonces papá ya nunca juega con él.
Cada año, subíamos a la cima para ver cómo el deshielo formaba venas que recorrían la ladera alimentando ríos hasta el océano.
Conforme el blanco desaparecía, el verde ocupaba su lugar. Mi padre me explicaba el proceso mientras jugaba con algún carámbano. Una tarde quedó quieto. Me acerqué y le hablé, parecía no oírme, con cautela le rocé, estaba completamente frío y rígido. Cayó la noche y tuve miedo al no contar con su voz tranquilizadora. 
Cuando despertó nos marchamos para no volver. Nunca más le vi disfrutar con el agua, ni jugar con el hielo.
© Yashira  2013



REC.
Pequeñas aportaciones olvidadas por ahí.

4 comentarios:

  1. Pobre padre, menos mal que se recuperó :D

    Besos

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    1. Sí, aunque me temo que le quedan secuelas

      Besos Henry.

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  2. Lo sorprendente es que fuera el padre y no el niño. La incógnita sobre qué pudo haberle pasado abre tantas puertas... Yo he pensado en el coronel Aureliano Buendía de chico.
    Un saludo
    Juan M

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    1. Es verdad que abre muchas puertas porque no sabemos con certeza qué sucedió, tan sólo que ya nada volvió a ser igual y los gratos recuerdos que tenía el niño quedaron en eso, gratos recuerdos.

      Saludos Juan M.

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